¿Qué son los test diagnósticos, cuántos hay y para qué sirven?

Todo el mundo habla de los test diagnóstico en esta pandemia de COVID-19 y la mayoría no tiene una información exacta de qué son y para qué sirven.
Test PCR
Es un test de amplificación genética del virus. Se trata de una prueba segura y fiable pero exige analizadores complejos y un personal especializado. Para la toma de las muestras de los exudados se necesitan hisopos, preservados en un medio líquido, que recogen saliva y moco de las fosas nasales y de la oro-faringe. Lo correcto es tomar dos muestras con dos hisopos húmedos distintos, una de las fosas nasales y otra de la zona oro-faríngea. Su sensibilidad y especificidad es del 100%. El personal sanitario que toma la muestra debe estar muy protegido con equipos EPI ya que es muy probable que de no adoptar estas medidas pudiera contagiarse.
Con la muestra extraída se consigue el material genético del interior del virus (ARN) el cual se amplifica para su análisis. Con la técnica de la amplificación del material genético son necesarias pocas cantidades del virus. La positividad del test se extiende desde las primeras horas tras la infección hasta que el proceso finaliza por curación. Es decir, que un test PCR positivo indica que el paciente está infectado con el virus aunque los síntomas no existan, sean leves o muy severos. Un PCR negativo indica que el sujeto en estudio está libre de coronavirus o que ya ha superado la enfermedad.
Los inconvenientes más reseñables son, su precio (es caro; entre 150 y 250 euros), los resultados requieren un tiempo de estudio de unas 4 horas. Y, por otro lado, los equipos de análisis son caros y complicados y el personal requiere una alta cualificación en inmunopatología analítica.
Test de muestreo rápido
Utilizan los mismos medios que los PCR, es decir hisopos naso-faríngeos en medio húmedo para la recogida de muestras.
A diferencia de los PCR, estos test no analizan ni amplifican el material genético del virus sino que detectan la presencia de las proteínas que se encuentran en su superficie (en su corona), es decir, los antígenos propios del virus. Tienen la ventaja de poder hacerlos de forma masiva y rápida (en 15 o 20 minutos obtenemos la respuesta) y son baratos. Sirven para detectar a los infectados y a los no infectados de forma rápida en un amplio segmento poblacional. Son los test que suelen utilizarse para el despistaje masivo del alcance de la enfermedad. Su principal inconveniente es que al no analizar ni amplificar el material genético del virus, tienen una sensibilidad y una especificidad en torno al 50% (según los tests) con lo que no son demasiado válidos para hacer un rastreo seguro de los contagios. Además, conviene recordar que muchos test que han sido utilizados estaban defectuosos dando algunos de ellos una fiabilidad inferior al 25%.
Test inmuno serológico
Las muestras para este tipo de test no son como los anteriores, es decir, restos salivares o mucosos naso-faríngeos, sino que requieren una pequeña cantidad de sangre ya que los elementos que se van a analizar se encuentran en ella. Estos tipos de test buscan la presencia de las proteínas de membrana del virus (sus antígenos) y no la presencia de su material genético.
Hay dos tipos diferentes de test sero-inmunológicos: los que detectan las inmunoglobulinas IgM y los que detectan las inmunoglobulinas IgG. No son test diagnósticos para saber si la infección viral sigue activa, es decir si el virus aún se encuentra en el interior del organismo, sino que lo que detectan es si el contagio ya pasado, y si se han generado anticuerpos contra los antígenos específicos del virus.
Los test IgM, comienzan a dar positivo a final de la primera semana tras la infección (y en este sentido también servirían para detectar la presencia del virus) y permanecen activos hasta pasadas dos semanas desde que el virus desapareció del cuerpo. Por tanto, realizar este tipo de test en la primera semana de contagio, resultaría inútil porque no se detectaría presencia de la inmunoglobulina IgM en sangre. Confieren una inmunidad débil y transitoria aunque su utilidad es válida para conocer que tras la primera semana de infección el sistema inmune ya puso en marcha sus mecanismos de defensa, es decir, sus anticuerpos, que no son otros que las inmunoglobulinas.
Los test IgG, comienzan a positivarse en los últimos días de la infección, es decir cuando el paciente se está recuperando y, a diferencia de los otros, permanecen en el tiempo. Son las inmunoglobulinas que confieren una inmunidad eficaz en el caso de que el sujeto volviese a ser infectado con el virus, aunque sobre esta habilidad de las IgG hay cierta confusión y desconfianza. Lo que al día de hoy no se sabe es qué cantidad de estos anticuerpos son necesarios para conferir inmunidad frente a nuevas infecciones por coronavirus y por cuánto tiempo esa inmunidad permanece activa. Sólo la observación, los grandes ensayos clínicos y el tiempo podrán dar una respuesta definitiva.
En resumen: La positividad de los test PCR e IgM es básicamente diagnóstica de la presencia del virus en el interior del organismo, mientras que los test IgG indican que la infección ya ha pasado y ha sido superada. La eficacia y duración de esta inmunidad es un enigma que aún requiere tiempo y estudios para obtener una respuesta rotunda.
Por tanto, la situación ideal es aquella en la que un sujeto sea:
- PCR: Negativo
- IgM: Negativo
- igG: Positivo
Por el contrario, un sujeto que nunca se infectó, y por tanto, no pasó la enfermedad dará negativo en los tres test.
La realización masiva de este tipo de test a toda la población supondría un mejor control de la magnitud y de la extensión de la pandemia, identificando a los pacientes positivos, a los que ya pasaron la enfermedad y a los que presentan inmunidad, y por tanto no sólo ayudaría a organizar una estrategia mucho más efectiva acortando el tiempo de pandemia y su severidad sino que, además, ayudaría en la resolución del confinamiento de tipo “medieval” al que nos estamos viendo sometidos, haciéndolo más selectivo por grupos de contagiados, no contagiados y curados.

Fuente: Fundación Casa del Corazón
Publicado el 30 de abril de 2020